Se considera que una persona tiene hipertensión ocular (HTO) cuando la presión intraocular (PIO) supera los 21 mmHg, con un ángulo de filtración abierto y sin lesión glaucomatosa detectable.
Es decir, hablamos de hipertensión ocular cuando la presión está elevada pero el nervio óptico no presenta ningún daño. Cuando el nervio óptico está dañado, entonces se denomina glaucoma.
Aproximadamente 1 de cada 10 personas con hipertensión ocular desarrollará glaucoma en un plazo de 10 años.
Existen algunos factores de riesgo que incrementan la probabilidad de padecer glaucoma en estos pacientes:
- Presión intraocular: el riesgo aumenta con niveles más elevados.
- Edad: a mayor edad, mayor riesgo.
- Antecedentes familiares de glaucoma.
- Espesor corneal central (ECC): el riesgo es mayor cuando el ECC es inferior a 555 μm, y menor cuando es elevado (por encima de 580 μm).
- Diabetes
- Miopía o hipermetropía
- Ángulo iridocorneal estrecho
- Personas de origen asiático o afrodescendiente
La hipertensión ocular no suele provocar síntomas, excepto en casos de subida brusca de la presión intraocular, que pueden causar molestias o visión borrosa.
En caso de diagnóstico de HTO, es fundamental acudir a revisiones oftalmológicas periódicas. En muchos casos se recomienda iniciar tratamiento hipotensor para reducir la presión intraocular y prevenir el desarrollo de glaucoma.

